La Historia de Gambrinus (Rey de la Cerveza)

Escrito el 19/02/2023
Kilo Ingobernable


El Rey de la Cerveza

No todo es técnica, servicio, maridajes, etc. 

 

Existen historias donde héroes y dioses comparten y cantan las glorias de la cerveza. Nos exponen un contexto histórico diferente al que vivimos, quizás un poco más romántico y visceral. Quizá, por lo mismo, después de leer estos relatos uno termina más enamorado de esta bebida. 

 

La leyenda del Rey de la Cerveza no es una excepción. Según la cultura flamenca, Gambrinus fue quien trajo la cerveza al mundo de los mortales, y esto es un motivo de celebración. Se cree que su leyenda está inspirada en las vidas de Jan Primus (tcc. Juan I de Bravante, Juan el Victorioso) o Jan sans Peur (tcc. Juan Sin Miedo, Juan I de Borgoña).

 

Gambrinus es un personaje importantísimo para la cultura cervecera. Además de ser considerado uno de los santos patronos de los cerveceros, muchas cervecerías han basado su imagen y nombres en este personaje. Por dar algunos ejemplos está Cruzcampo en España, Victoria en México, Hertog Jan en Países Bajos, y obviamente Gambrinus en República Checa. 

 

He leído diferentes versiones de esta historia. Algunas se parecen mucho, pero otras cambian en algunos detalles importantes. Eso sí, todas parecen ser versiones de "Contes d’un buveur de bière" escrita por el escritor francés Charles Deulin en 1868. 

 

Aquí usaré partes de diferentes versiones y se las contaré como a mi más me gusta.

 

La leyenda de Gambrinus

Gambrinus era un joven bien parecido de un pequeño pueblo flamenco conocido como Fresnes. Era de cabello dorado, mejillas rosadas, pero de bolsillos vacíos. Se ganaba la vida trabajando como aprendiz de un soplador de vidrio; un trabajo nada glamuroso al compararlo con la ocupación de su maestro. Un soplador era un noble. Los aprendices, como Gambrinus, eran tan sólo obreros que preparan el vidrio a sus maestros. Difícilmente podrían volverse sopladores ya que los secretos del vidrio sólo lo comparten los sopladores a sus hijos. Gambrinus pertenecía a una clase social inferior a la de su maestro, y carecía de privilegios y oportunidades. Vivía una realidad en donde encontraba más puertas cerradas que abiertas, al menos para subir de clase. Aún siendo uno de los solteros más codiciados de Fresnes, su corazón fue víctima de la ironía y de los encantos de Flandrine, la hija de su maestro. 

Flandrine tenía otros planes. Ella pensaba casarse con un noble para seguir perteneciendo a su clase social, pero eso poco le importó a Gambrinus. Le declaraba su amor a Flandrine, pero ella siempre lo ignoraba. ¿Cómo ella podría sería pareja de alguien perteneciente a una clase inferior? Flandrine tenía muy clara su lista de prioridades, y en los primeros lugares se encontraba la clase y el prestigio de su pareja. Así que nunca se conformaría por menos.

El corazón de un joven como Gambrinus no se cansa de latir, pero después de algunas desilusiones amorosas puede salir lastimado. Decidió partir de Fresnes para quizá de esta manera olvidarse de ella. Él sabía que necesitaba distraerse, así que consiguió un violín antes de emprender su largo viaje.

Mientras viajaba, practicaba con su violín y se dio cuenta que poseía un talento musical innato. La gente lo escuchaba y se maravillaba con sus melodías. No pasó mucho tiempo para que se volviera famoso y se hiciera de una gran reputación en Bélgica y Holanda. Su fama no tardó mucho tiempo en llegar a Fresnes, donde la gente llegó a rogarle para que regresara y tocara al menos una de sus melodías frente al pueblo. Él sólo esperaba no encontrarse con Flandrine, ya que no sabía cómo reaccionaría ante su presencia.

Después de meditarlo, Gambrinus vuelve a Fresnes para ofrecer su primer concierto. Todo iba de maravilla hasta que el rostro de Flandrine apareció entre la multitud. Gambrinus comenzó a temblar. Siguió tocando, pero su interpretación se volvió tan mala que parecía que su violín se desafinó de un segundo a otro. Conforme iba desafinando, la gente se molestaba más, y Gambrinus se ponía más nervioso. Los asistentes terminaron tan enfurecidos que causaron disturbios en Fresnes, destruyendo y quemando lo que viniera en frente. Las autoridades culparon a Gambrinus. Entonces lo arrestaron, lo mandaron a prisión y destruyeron su violín.

 

Dentro de su fría celda, Gambrinus meditó un poco. Concluyó que este mundo no era para él: Flandrine lo rechazaba y la gente de su pueblo no lo quería. ¿Cómo podría vivir en este mundo sin amor y sin amigos? Sin una respuesta clara de cómo sería su vida después de salir de prisión, Gambrinus comienza a planear cómo quitarse la vida.

 

Después de algunos meses, Gambrinus quedó en libertad. No perdió el tiempo en dirigirse al bosque para preparar una plataforma y una soga para colgarse. Subió a la plataforma y justo antes de acomodarse la soga en el cuello lo detiene un hombre que estaba vestido de cazador. Era el mismo Diablo.

El Diablo venía disfrazado ya que no era muy conveniente que la gente conociera su identidad. Había personas que lo perseguían por buenas y por malas razones, así que sólo él decidía con quién manifestarse. El Diablo le preguntó a Gambrinus por qué era tan infeliz y aprovechó para ofrecerle un trueque. Si terminaba con aquello que le causaba tristeza sólo le pediría a cambio su alma treinta años después de quitarle su desdicha. A Gambrinus le pareció un muy buen trato; jamás había visto o sentido su alma, así que él pensaba que no tenía nada que perder. Gambrinus le pide al Diablo que Flandrine lo ame. El Diablo le confesó que sus poderes no podían influenciar algo tan puro como el amor, pero podía ayudarlo de otra forma. Un poco decepcionado, Gambrinus le pidió al Diablo que al menos le ayudara a olvidarse de ella. El Diablo le sonrió, y ambos firmaron el taumatúrgico contrato.

 

Suponiendo que no tiene nada que perder, Gambrinus regresa a Fresnes y le nace una necesidad de apostar. Esta nueva pasión, con la ayuda sobrenatural del Diablo, hicieron que se volviera rico muy pronto. El Diablo intentó cambiar en Gambrinus la pasión que sentía por Flandrine por una con los juegos de azar. El plan del Diablo no salió del todo bien ya que por más dinero que ganara, Gambrinus no dejaba de pensar en ella. Gambrinus pensaba que al tener el dinero de un príncipe, Flandrine finalmente lo aceptaría como marido. Para su mala suerte, Flandrine lo seguía rechazando ya que no le importaba el dinero. Gambrinus no era una persona importante ni tenía prestigio. Para Flandrine, seguía siendo un don nadie con dinero. Le comentó que regresara a buscarla cuando se volviera un Duque o un Rey.

 

Gambrinus entendió que había nacido como un plebeyo, y lo seguirá siendo de por vida.

 

Gambrinus se deprimió profundamente una vez más, y se dirigió al bosque para finalmente terminar con su vida. Afortunadamente se encontró con el Diablo de nuevo, y Gambrinus no tardó en quejarse con él. No entendía cómo Flandrine lo seguía rechazando aún cuando logró conseguir la riqueza de un duque. Así que le preguntó al Diablo si tenía otro plan o de otra manera se ahorcaría. El Diablo volvió a sonreír.

En ese momento, unos postes unidos con líneas emergieron del suelo. De repente una planta trepadora de flores muy perfumadas cubrió por completo las estructuras. El Diablo le comenta a Gambrinus que esa planta es el lúpulo, y antes de que terminara de hablar, una pequeña cabaña también emerge de los suelos. El Diablo le explica que esa será su cervecería donde le enseñaría a elaborar cerveza, el vino flamenco.

 

Si el dinero y el juego no ayudó a Gambrinus, el Diablo estaba seguro que la cerveza lo haría.

 

Gambrinus aprendió a elaborar cerveza con ayuda del Diablo, probando un poco de ella de vez en cuando. Se dio cuenta que la bebida le causaba un efecto etéreo. Se sentía tan bien que quería volver a tocar su violín. Recordando cómo le humillaron y destruyeron su instrumento, Gambrinus le preguntó al Diablo si de casualidad había pensado en alguna forma de vengarse de su pueblo. El Diablo sonrió una vez más y le regaló unas campanas que al sonar nadie podía resistirse a bailar. Gambrinus rápidamente aprendió a tocarlas.

 

Al perfeccionar sus recetas y su música, Gambrinus regresa a Fresnes y abre su cervecería. Tardó algunos meses en instalarse, pero logró preparar en la plaza principal mesas, sillas y barriles llenos de su cerveza. Al tener todo listo, convocó a todo el pueblo para que probara su bebida. Al principio a la gente no le gustó porque estaba muy amarga, así que volvieron a burlarse de él. Entonces, Gambrinus comenzó a tocar sus campanas y todo el pueblo comenzó a bailar sin poderse detener. Cuando Gambrinus dejaba de tocar, la gente estaba cansada y sedienta. Volvieron a tomar cerveza para recuperarse y con cada trago la disfrutaban más. Ya ven lo que dice la gente: "la cerveza es un gusto adquirido".

 

Conforme pasaba el tiempo, la gente del pueblo le seguía pidiendo a Gambrinus más cerveza. Se dieron cuenta que era la mejor bebida que habían probado en su vida. Así fue como Gambrinus por fin consiguió su venganza con la gente de Fresnes y se ganó el respeto del pueblo.

 

Gambrinus volvió a recuperar su fama, pero esta vez con sus campanas y su cerveza. La gente de otros pueblos le imploraba a Gambrinus que trajera su cerveza,y a cualquier lugar que fuera, Gambrinus llevaba cerveza y tocaba sus campanas haciendo felices a todas los presentes. Por primera vez se sentía dichoso. La cerveza también ayudaba; tanto a los asistentes como a Gambrinus.

Los duques, condes y patrones le ofrecieron a Gambrinus el título de “Rey de Flandes”.

Gambrinus aceptó su título como rey, pero prefirió que mejor se le denominara “Rey de la Cerveza”. A fin de cuentas, la gente ya lo conocía de esa manera. Él pasaba la mayoría de sus días tomando cerveza, cantando canciones, tocando las campanas y volviendo a las personas de su alrededor felices.

 

Gambrinus no solamente se volvió muy rico sino también en un hombre con prestigio que se movía en los círculos más altos de la sociedad. A Flandrine siempre le gustó Gambrinus en secreto, sin embargo era muy orgullosa para admitirlo. Ella se quedó esperando a que Gambrinus llegara una vez más a declararle su amor, pero como tardó demasiado, decidió tomar la iniciativa y ella misma fue a buscarlo. Gambrinus estaba un poco ebrio cuando llegó Flandrine. No la reconoció, pero sí le ofreció un tarro de su deliciosa cerveza antes de darle la espalda. El Diablo se dio cuenta que la cerveza por fin había logrado que Gambrinus se olvidara de Flandrine y comenzó a contar los treinta años para reclamar el alma de Gambrinus.

 

El tiempo pasó y Gambrinus vive una muy buena vida. El Diablo muy al pendiente de su trato, regresa al pueblo por el alma de Gambrinus. Cuando Gambrinus ve al Diablo, lo recibe alegremente con la música de sus campanas. Para mala suerte del Diablo, no pudo resistirse a su sonido y bailó durante horas hasta implorarle a Gambrinus que se detenga. Inclusive rompería el trato que hicieron hace treinta años con tal de que no tocara una nota más. Gambrinus se aprovechó y se zafó del trato. Entonces le regala al Diablo un barril lleno de su mejor cerveza, la cual se termina de un trago antes de regresar al infierno. Esto no ha terminado para el Diablo, ya que advirtió a Gambrinus que regresará por su cuerpo y alma una vez que termine su vida natural.

 

El Rey de la Cerveza vivió casi 100 años tomando, festejando y disfrutando todos los días de su vida, ¡y qué vida! Todo el pueblo asistió a su funeral, hasta el mismo Diablo. Al terminar su funeral y cuando la gente se fue, el Diablo estaba listo para llevarse los restos de Gambrinus. Escarbó algunos metros hasta toparse con una superficie de madera y para su sorpresa, no era un ataúd sino un barril de cerveza. Ahí fue cuando el Diablo por fin aceptó que el alma del Rey de la Cerveza jamás será suya porque le pertenece a la humanidad.



El Rey Gambrinus inmortalizado en Dresden, afuera de la cervecería Waldschlöesschen. Fotografía de SchiDD.

Texto cortesía de Solo es Cerveza. https://soloescerveza.com/blog/2017/04/11/el-rey-de-la-cerveza